Puede que nada ejemplifique mejor la ineptitud humana que reinventar la rueda. Sin embargo, es algo que ocurre con cierta frecuencia, más a menudo de lo que cualquier gestor de innovación estaría dispuesto a reconocer. Momentos eureka seguidos de un gran ¡ups! al descubrir, tras años de trabajo en el laboratorio, que la oficina de patentes no puede otorgarle un título por su nueva invención porque, simplemente, alguien la había inventado antes. Por colocarle una etiqueta más elegante, se le podría denominar investigación duplicativa o redundante, en la que nuevos proyectos de I+D dan como fruto soluciones técnicas ya existentes. Reinventar lo ya inventado, sin más, una actividad fútil y costosa, que resulta tan difícil de explicar como de cuantificar.
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